México SA
Carlos Fernández-Vega
Aeroméxico y sus 12 años de rescate
Segura exención fiscal en la venta a Forbes o a los Saba
Aunque parezca increíble, tras 12 años de permanente "rescate" financiero (erario paga) parece que ahora sí Aeroméxico regresará al sagrado rebaño de la iniciativa privada y, como es costumbre en este tipo de casos, el consorcio quedaría en manos de una de las orgullosas familias Forbes.
Ante la eventual participación de un igualmente casual segundo tirador, los empresarios Alberto Saba Raffoul y Moisés Saba Masri adelantáronse para ofrecer la compra de entre 62 y 100 por ciento de las acciones serie A del Consorcio Aeroméxico, la cual, a precios actuales, implicaría una erogación de 200 (precio de mercado) a 330 millones (valor en libros) de dólares, siempre y cuando no se reporte la clásica "baja natural" en el precio de los títulos que se cotizan en la Bolsa Mexicana de Valores, y se concretaría justo allí, en el mercado bursátil nacional, con lo que ello fiscalmente implica (léase cero impuestos).
A estas alturas, el paquete accionario del Consorcio Aeroméxico se distribuye de la siguiente manera: 45.37 por ciento en manos del Instituto para la Protección al Ahorro Bancario (IPAB); 10.16 por ciento en las de la Secretaría de Hacienda; 6.47 por ciento en las de Nacional Financiera, a cuenta propia y de terceros, y 38 por ciento en las del público inversionista.
Así, los Saba se quedarían íntegramente con el paquete accionario gubernamental (62 por ciento en total) o, ya encarrerados, con 100 por ciento (el mencionado paquete, más las acciones en manos del público inversionista). Y si se atienden los precios vigentes la primera porción les costaría de 126 (precio de mercado) a 205 (valor en libros) millones de dólares, y el pastel completo de 200 a 300 millones de dólares, sin considerar posibles negociaciones a la baja, extrañas caídas en el precio de los títulos ni devoluciones por "ajustes" posteriores, como sucedió con la reprivatización bancaria y muchas otras empresas otrora del Estado.
En cualquiera de los casos, el monto "recuperado" tras 12 años de "rescate" permanente, de ninguna manera resarciría los cuantiosos dineros públicos involucrados en este "salvamento" privado. De hecho, y en el mejor de los casos, el monto más bajo entre los citados (126 millones de dólares) apenas si sería útil para atender las pérdidas netas acumuladas que el Consorcio Aeroméxico reportó sólo en el primer semestre de 2007, que suman mil 173 millones de pesos.
Al cierre de la jornada bursátil de ayer en la Bolsa Mexicana de Valores, el precio de la acción de Consorcio Aeroméxico se fijó en 2.25 pesos. En la misma fecha, pero de 2006, dicho precio fue de 2.7 pesos, y en agosto de 2005 (poco antes de la venta de Mexicana de Aviación) estuvo cerca de los ocho pesos por título. Ayer también, el valor en libros de cada acción fue de 3.7 pesos. Después del anuncio de los Saba habrá que monitorear el comportamiento de los papeles.
En diciembre de 2005 se concretó la reprivatización de Mexicana de Aviación. Por ella, el Grupo Posadas, de Gastón Azcárraga, pagó, según el boletín oficial, 165.5 millones de dólares. Veinte minutos después, este empresario repartió el pastel entre sus amigos. En este contexto, nada raro sería que el precio final por la venta (le llaman "desincorporación") de Aeroméxico desilusione a más de uno.
Al enterarse de la intentona, el Consorcio Aeroméxico, que preside Andrés Conesa, se limitó a confirmar el hecho y comprometerse a "mantener informado al público inversionista de los avances de dicho evento".
En su propuesta, Alberto Saba Raffoul y Moisés Saba Masri dejan en claro que solicitarán a la Comisión Nacional Bancaria y de Valores "la constancia conforme a las disposiciones fiscales aplicables, a efecto de que no se lleve a cabo la retención de impuesto sobre la renta", y especifican que la operación de compra-venta de las acciones del Consorcio Aeroméxico se llevaría a cabo en el paraíso fiscal llamado mercado bursátil nacional. No obstante, subrayan que una vez concluido el proceso y garantizada la exención fiscal, lo más seguro es que, con todo y nueva adquisición, se retiren de la Bolsa Mexicana de Valores.
Moisés Saba Masri es presidente ejecutivo de Cosmofrecuencias, fue socio de Ricardo Salinas Pliego en Unefón, y con él compartió el escándalo Codisco, amén de ocupar la presidencia ejecutiva de Televisión Azteca hasta 1997. Tiene jugosos negocios en el sector textil, al igual que su padre, Alberto Saba Raffoul, quien también fue integrante de los consejos de administración de Unefón, Tv Azteca y Compañía Operadora de Teatros. Este personaje es el presidente del consejo de Hyatt Regency Mexicana y del Grupo Econocinemas. Ambos participan ampliamente en el negocio de bienes raíces y en muchos más, aunque su fuerte no son las líneas aéreas del alcance de Aeroméxico.
Esto último podría ser un impedimento, pero si recordamos que los bancos y tantas otras paraestatales se vendieron a farmacéuticos, especuladores bursátiles, cerveceros, refresqueros, cañeros y demás amigos del amigo, pero sin ninguna experiencia bancaria, a estas alturas qué más da que, después de utilizar miles de millones del erario, Aeroméxico se venda barato y a un inexperto grupo empresarial que sabe que de cualquier suerte los dineros públicos están para atender los "rescates" privados.
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